martes, 19 de marzo de 2013

Diario de Hitler.



            Hoy es 29 de abril de 1945. Hoy puede ser mi último día con vida. Los comunistas están cerca, y ya no hay nada que los pueda parar, ni siquiera yo. No quiero saber a que distancia se encuentran del bunker en el que me encuentro, pero lo que sé es que me suicidaré junto con mi querida esposa Eva Brown y después de esto, he pedido que nos incineren, puesto que no quiero que los soviéticos tengan mi cuerpo ni alguno de mis restos en sus manos como trofeo. Una vez que Alemania firmó el Tratado de Versalles en 1919, a los alemanes y sobre todo a la raza aria, se nos han obligado a pagar unas grandes cantidades de dinero para las reparaciones de guerra, y a mí eso no me gustaba nada. Se creó un nuevo régimen político al que se llamó República de Weimar, una gran y asquerosa república que intentamos eliminarla con el Putsch de Munich pero fue un gran fallo. No estábamos verdaderamente preparados para esa batalla, asique perdimos y me enviaron a la gefägnis en 1925. Yo cometí un fallo, pero los que me metieron ahí, también. En esos cinco años, escribí el Mein Kampf, un libro en el que pude exponer libremente mis ideas nacionalsocialistas. En él, está escrito como mis pensamientos de niño maduraron hasta ser los de ahora y de lo peligrosa que es la presencia judía en nuestro pueblo. Más tarde, conseguí de nuevo el poder en las elecciones de 1933 y fui nombrado canciller. Hindenburg me derrotó, pero yo seguía en pie. Firmó un decreto en el que se suspendían los derechos fundamentales y el 24 de marzo se promulgó una ley que daba todos los poderes del Estado en el Führer. Así, fue como se eliminó República de Weimar y la transformé en el Tercer Reich, en el que goberné con un único partido que se basaban en el totalitarismo y la autocracia nazi. En 1934, tras incendiar el Reichstag, le comenté a mi queridísimo amigo Goebbels que la confianza que se tenía conmigo debía de ser mucha pero con pocas personas, y varias de ellas dentro del régimen nazi no lo cumplían. Tenía miedo de que me traicionasen en la noche de los cuchillos largos, que alguno de ellos se fuese y contase por los alrededores todos mis planes futuros, asique ordené sin pena alguna a que asesinaran a varios de ellos. Himmler me ayudó bastante en esto, y también conseguí dar todo el poder a la SS, que a veces siento que gracias a ellos estoy vivo, y quitar por fin de en medio a las SA.

     Como he escrito antes, estoy en contra de los judíos. Entraban en el país aún sabiendo lo que había, hasta que cree las leyes de Nuremberg, para que así quede claro que cualquier familiar de una persona que tenga sangre judía o cualquier contacto con ellos, ya sea por relaciones amistosas o sexuales, también es judío y debe ser asesinado si antes no se salva la vida huyendo del país. Los gitanos también deberían de desaparecer. Pocas personas hacían caso a estas leyes, o ni siquiera sabía que existían.. así que decidí demostrarlas en las Olimpiadas de Berlín en las que propagué lo bien que se encontraba Alemania bajo mis mandatos. Mi ego bajó tras lo ocurrido en las Olimpiadas, pero la nueva incorporación de Austria al país fue tan exitosa que creo que mi ego volvió a subir hacia donde estaba, e incluso un poco más arriba. Durante la noche del 30 de septiembre de ese mismo año, los señores Mussolini, Chamberlain, Churchill y yo, nos reunimos en Munich para hablar de la incorporación de los Sudetes a Alemania, con el fin de resolver algunos problemas, ya que la mayoría de ellos hablaban nuestro idioma. Fue una charla bastante agradable con estos señores, pero me pareció bastante mal que ningún representante de Checoslovaquia estuviera presente. Especialmente, este nuevo acuerdo también pretendía evitar una nueva guerra como la anterior. Conseguimos invadir Francia nada más comenzar la Segunda Guerra, y con ella la conquista de la ciudad de París. Con esto quería conseguir más territorios alemanes. La parte sureña de Francia de Vichy, dirigida entonces por Petain, que éste seguía mis órdenes, se resistió bastante con el poderoso militar Charles-André de Gaulle.
     La batalla de Inglaterra, no solo fue larga, sino que encima fue un auténtico desastre. Alemania intentaba destruir a la Royal Air Force sobre el cielo británico y sobre el Canal de la Mancha para así obtener una superioridad aérea para invadir más territorios. Göring y generalmente todo el ejército de Luffwafe me sorprendieron negativamente, ya que a pesar de estar formada por muchísimos militares, esto no tenía un buen final. A pesar de que los zepelines causaron más de un millar de muertes, eran considerados aviones modernos. Fueron muy inexactas debido a que no siempre estaba el cielo despejado, los pilotos no siempre hacían su trabajo bien… A otros les alcanzaron las llamas procedentes de los defensores británicos pero a la vez tuvieron bastante éxito por ser armas potentes. En realidad, todo esto hubiera salido bien si el bueno de Hess no hubiera hecho lo que hizo. ¿A qué nazi se le ocurre?¿Qué se le pasó por la cabeza para hacer eso? No me lo explico.
    Tengo entendido y es cierto, que el 7 de diciembre de 1941, el ejército del emperador Hirohito atacó la principal base naval de los Estados Unidos, Pearl Harbour. Por culpa de la maravillosa idea del emperador, también tuvimos que combatir contra los estadounidenses. ¡Por si fuera poco ya! Pero, un año más tarde, no recuerdo muy bien pero creo que fue entre el 23 de agosto y el 2 de febrero de 1943, nos enfrentamos contra el ejército ruso para conseguir el poder total de la ciudad de Stalingrado. Fue una batalla bastante dura y sangrienta pero logramos salir de ella como si nada. “Alemania es un país fuerte y resiste a todo lo que se le venga encima” pensé yo en esos momentos de gloria. Pero ya me parecía raro a mí, que esa gloria duró mucho. Tras la Operación Overlod o más bien conocida por el pueblo, batalla de Normandía al noroeste de Francia empezamos a debilitarnos. También fue por culpa del bombardeo de Dresde que, al principio de, pensaba que no tenían los armamentos suficientes como para bajarnos el nivel, pero cuando me di cuenta, cerca de cuatro mil toneladas de bombas explosivas se habían apoderado de toda la ciudad de Sajonia. En ese momento, fue cuando me adentré en el búnker o como lo llamé yo “La guarida del lobo”, por mi seguridad y la de los míos.Debo de agradecer a ODESSA todo lo que ha hecho por Alemania. Cuando fui consciente de lo que estaba pasando, supe que ya era difícil salir de esta, pero una corazonada me dijo que siguiese adelante, y así lo hice. A lo que voy a decir a continuación, voy a ponerle mucha ironía. Como no hablar de mi queridísimo amigo Stauffenberg. Él era una persona a la que le cogí bastante cariño y confianza hasta que me traicionó. Intentó hacer un atentado y matarme en mi propio búnker, en mi propio refugio. Fue idiota y se ve que no tenía dos dedos de frente, porque sabiendo que tengo a gente que me protege, fue a hacer tal locura. Eso es pura envidia. Envidia que me tiene por que yo soy más importante para el pueblo alemán que él. Por esto, lo mandé a fusilar en la entrada del búnker para que todo el mundo que entrase o saliese viese quién había muerto y por qué. Me decepcionó bastante, pues no me lo esperaba de él. Aunque Rommel también debería de haber muerto fusilado. Tampoco había hecho bien su trabajo como dirigente del Afrika Korps, porque estaba dejando que las tropas italianas fueran derrotadas por los británicos, asique puse una orden en el que debería de elegir entre el juicio farsa o un juicio honrado, y él se ha negado a dispararse. A pesar de haber puesto las leyes de Nuremberg, estás no se cumplieron al momento, ni al mes, ni al año y medio. Se cumplieron bastante tarde, y eso me enfureció. Pero, le debo las infinitas gracias a los únicos campos de concentración que siguieron todas las normas escritas, como el Treblinka I y el Treblinka II que ayudaron también a la solución final. Sé que estos campos de concentración hicieron bien su trabajo porque el fuerte hedor a cadáveres en descomposición y sobre todo, a cadáveres calcinados se podía oler a varios kilómetros de distancia. No debo las gracias al español Francisco Franco ni a Mussolini, pues apenas me apoyaron como habíamos hablado en Munich. Volvamos a la actualidad. Día 29 de abril. En este tiempo he llegado a la conclusión de que los rusos quieren conquistar un país lleno de judíos, gitanos y razas inferiores a la nuestra. Los rusos están al llegar, en cualquier momento entrarán al búnker y arrasarán con todo lo que encuentren a su paso, asique, antes de que mi cuerpo llegue a sus manos, me suicidaré junto con mi reciente esposa. Los valientes que han tomado el veneno para morir de una forma rápida e indolora, se les recordará para siempre. Ninguna muerte me ha causado más pena que la de mi fiel compañera canina Blondie y la de sus pequeños cachorros, a los que les he tenido que administrar el veneno para ver si de verdad funciona y ver que no tiene efectos secundarios y que asegura una muerte momentánea. Sufrí tanto al darle el frasco a mi perra, que sentí que el corazón se me partía por la mitad. Blondie es un animal, sí, pero fue sin duda uno de mis más fieles amigos. Ahora, como ya está comprobada la eficacia, mi esposa y yo no dudaremos en tomarlo y luego si seguimos con vida, nos dispararnos. No dejaré que los rusos rocen ni siquiera un milímetro de mi cuerpo y menos del de mi hermosa mujer a la que tanto le debo  por aguantar todas mis quejas y brotes de ira, por darme todo sin pedir nada a cambio, por su interés en mí y en el pueblo alemán. Y creo, que lo más mínimo que puedo hacer por ella es aceptarla y nombrarla como esposa en esta hoja en la que las últimas palabras que saldrán de mi boca serán expuestas en ella. Será un regalo muy grande. Si pudiese seguir viva y leyera esto, esperaría que estuviese orgullosa de mí y que le haya conseguido satisfacer todos los caprichos de la vida.
     Espero que mis pensamientos y lo escrito en el Meink Kampf lleguen lo bastante lejos como para que el nazismo vuelva a revivir más adelante. No quiero que mi legado, la esvástica y mis acciones queden en un simple recuerdo, porque yo puedo morir, pero mi alma estará siempre presente en la Alemania pasen los años, décadas, siglos y espero también que milenios. Ojalá que las generaciones que vengan adelante tengan en cuenta que todo lo que hice, no lo hice por placer, sino para que el pueblo alemán viva en paz, tranquilidad, y sin molestia alguna, es decir, que vivan en una felicidad absoluta.
                                           
 

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