jueves, 21 de febrero de 2013

Entrevista a Lenin.


Estamos a 20 de noviembre de 1917, según la Iglesia Ortodoxa. Hace menos de un mes que triunfó la Revolución Rusa en la que los bolcheviques, liberados por Vladimir Lenin, tomaron el poder mediante una revolución armada. El protagonista de estos días nos ha concedido unos minutos de su apretada agenda.
John Reed.- Buenos días, señor Lenin, soy John Reed, un periodista. Supongo que se sentirá nervioso tras la Toma del Palacio de Invierno. ¿Cómo está viendo esta situación?
Lenin.- Buenos días, señor Reed. Gracias por hacerme esta entrevista. La verdad es que, como usted dice, estamos viviendo una situación crítica y me siento bastante nervioso ante las consecuencias.
J.R.- ¿Tiene usted miedo a sus opositores?
L.-La verdad es que los grupos opositores tales como los mencheviques, los zaristas defensores de Nicolás II y los anarquistas seguidores de las doctrinas de Bakunin, no creo que se queden mirando mientras tomamos el poder.
J.R.- ¿Cree que son un peligro para usted?
L.- Posiblemente se producirán ciertos brotes de violencia  y aunque el ambiente esté caldeado, no creo que llegue a más.
J.R.- ¿Cómo será el nuevo gobierno?
L.- El nuevo gobierno se organizará en soviets y la política, en general, se basará en las ideas que Karl Marx plasmó en su obra junto a Friedrich Engels que he corregido para adaptarlas a nuestro país y luego he recogido en mis Tesis de Abril. Éstas se pueden resumir en el eslogan “Pan, Paz y Libertad”.
J.R.- ¿Por qué no quiso usted que Rusia se uniese a la Entente?
L.-Bueno la verdad es que nuestro país estaba atrasado, tanto en la política como en la economía y teníamos un ejército muy débil, es decir, que teniendo tantas desventajas  lo que tenía que haber hecho el zar, era mantenerse al margen y no haberse puesto en contra de la Alemania de  Guillermo II.
J.R.- Bueno, veo que se siente muy resentido con este tema, me imagino que después de la revolución de febrero usted se seguía sintiendo insatisfecho, ¿o me equivoco?
L.- ¡Ha dado en el clavo!, después de que Kerensky estableciese su gobierno provisional  cometió un error al dejar que Rusia siguiese en la guerra.
J.R.- Por la participación en la insurrección de julio fue detenido, ¿por quién?
L.- En efectivo, por esa participación fui detenido por el Gobierno Provisional, y junto con Trotsky, nos recluyeron en “Krestý” antes de desterrarnos a Siberia.

J.R.-  ¿Y qué me dice sobre la guerra ruso-japonesa?
L.-  Las ganas de seguir expandiéndose provocaron un enfrentamiento en 1904 con Japón, produciendo una derrota muy humillante.
J.R.- Al terminar esta guerra, en 1905 fue exiliado, ¿por qué motivo?
L.- Al terminar esta guerra, surgió en Rusia un estado de hambruna en la población, por lo que nos revelamos en la revolución de 1905 y  tras fracasar fui exiliado veinte años a Siberia por apoyar al bando de los bolcheviques.
J.R.- Si fue exiliado por veinte años, ¿cómo es que está aquí?
L.- Pues mire don John, en 1910 emigré a Paris.
J.R.- También tengo entendido que usted creía que Rasputín tenía dominados al zar y la zarina.
L.- Sí, Rasputín tiene fama  de curandero y decía que podía curar la enfermedad de Alexis, el de ambos. Pero por encima de esto también tenía dominados al zar y a su esposa, utilizando la magia.
J.R- Y ya para terminar, una última pregunta ¿qué resaltaría de la vida de Stalin?
L.- Pues mire, el señor Stalin abandonó el seminario en 1899 justo antes de sus exámenes finales y el 1 de mayo de 1900 organizó la primera manifestación de masas, reuniendo a 500 obreros en los alrededores de Tiflis con banderas rojas y retratos de Marx y Engels. Esto llamó mucho mi atención y en agosto de 1900 envié a uno de mis iskristas a Tiflis para impulsar la difusión del periódico que debía conducir a la reorganización del Partido. Trabajó durante diez años con los movimientos políticos clandestinos en el Cáucaso, sufriendo repetidos arrestos y exilio a Siberia, entre 1902 y este año.
J.R.- Muchísimas gracias señor Lenin, le agradezco que me haya concedido estos minutos.
L.- De nada señor Reed, otro día, cuando ya esté todo más organizado, le cuento más cosas con más detalles. Hasta otro día
J.R.- Adiós, me alegro de haberle conocido.


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