martes, 19 de marzo de 2013

Diario de Adolf Hitler.


      Esta serán mis últimas palabras en el diario. Dentro de unas horas me suicidare junto a mi mujer Eva Brown, pedí que nos incineraran porque no quiero que nos humillen y nos fusilen como le paso a Mussolini y su mujer tras el fracaso de la República Social Italiana. He repartido veneno a los más fieles que aún permanecen conmigo para que lo hagan también, la primera en probarlo fue mi perra  Blondi y después lo hará la familia Goebells. Las paredes del  Búnker tiemblan, cada vez están más próximos los soviéticos comunistas que buscan la rendición del III Reich. Muchos de la SS han escapado con ayuda de la ODESSA, incluido Himmler, que me ha traicionado intentando que Alemania se rindiera.
     Hasta ahora he seguido mi ideología tal y como la conté en mi libro llamado Main Kampf que escribí cuando me detuvieron por participar en el Putsch de Munich intentando acabar con la República de Weimar. Mi único objetivo era vengar a Alemania por la humillación sufrida tras el Tratado de Versalles y hacer que la raza aria fuera la más poderosa del mundo, diferenciándola gracias a las leyes de Nurenberg de judíos y gitanos para los cuales la solución final en el Treblinka acabaría por eliminarlos. Tuve que esperar hasta las elecciones de 1933 donde me nombraron canciller y a la posterior muerte del presidente Hindenburg, para poder tener el poder absoluto y deshacerme del Reichsta .
      Desde que llegue al poder he llevado a este país a lo más alto conquistando lugares como París o consiguiendo el Anchluss con Austria. Además en la Conferencia de Munich a la que asistieron Mussolini, Chamberlain y Daladier, me concedieron los Sudetes. En las Olimpiadas de Berlín mostramos nuestra grandeza cuando el Zeppelín sobrevoló el estadio. Pero no todo fueron victorias, como en la batalla de Inglaterra en la que la luftwaffe al mando de Goring fue derrotada, o en la de Normandía, en la que perdimos algunos territorios conquistados tras la recuperación por parte de los Aliados en Europa, además otras tragedias como el bombardeo de Drodse, decidido en la conferencia de Yalta, o el que Stauffenberg planeó para matarme en la Guarida del Lobo. Perdí un apoyo cuando Franco decidió quedarse neutral en esta guerra, y todo empezó a empeorar… Desde que intentamos hacernos con Stalingrado fallidamente, Stalin junto con Churchil y Roosevelt cada vez están más cerca de arrebatar mi imperio…
      Ahora mirando fijamente a la esvástica de nuestra bandera, recuerdo aquellos tiempos de grandeza como la noche de los cuchillos largos o la de los cristales rotos… Ha llegado la hora de morir por mi patria, con la cabeza bien alta.



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