miércoles, 20 de marzo de 2013

Diario de Hitler: última entrada


29 de abril de 1945
Hoy, derrotado y humillado escribo esta última entrada en mi diario personal para mostrar mi recorrido político por conseguir una Alemania mejor y más próspera sin pararme a mirar fuera de este búnker lleno de traidores y amigos y compañeros al mismo tiempo.
          En 1914 la Gran Guerra estalló. Todavía recuerdo el tiempo en el que luché por mi país tan bien como pude y tanto es así que sufrí heridas en combate y me tuve que marchar de las filas del ejército. Durante los meses que estuve sin luchar mi única ambición era luchar por Alemania y ganar rango en el ejército. Cuando me ascendieron a cabo I, noté que los altos mandos no confiaban en mí para la batalla y consideraron oportuno estancarme en un solo puesto. Algunos de los que no confiaron en mí, hoy me siguen como a ningún otro intentando olvidar el pasado para que puedan tener un buen futuro junto a mí.
          Durante la guerra,  los británicos estuvieron a punto de acabar con mi vida y tras recuperarme miré a mi alrededor y vi a una Alemania derrotada y supervisada por una banda de sumisos y cobardes que habían traicionado a mi país firmando un armistiquio. Además de esto se había establecido una república, la República de Weimar durante la cual se firmó el Tratado de Versalles que dejó a Alemania hundida en la miseria y el descontento generalizado de la población. Los duros impuestos por las reparaciones de guerra hicieron que resurgieran muchos de los partidos políticos tanto de izquierda como de derecha con el único fin de acabar con esos traidores. Al fracasar estos intentos de eliminar la república me vi obligado a actuar creé mi propio partido político, Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Entre los ideales de nuestra ideología estaban el odio hacia los judíos y la defensa de la raza aria como única en nuestro territorio sin ensuciar la sangre de nuestras gentes y el honor del país. Creamos un símbolo que representara a nuestro partido, nuestra preciada esvástica.
          Al mismo tiempo que mi partido y yo crecíamos, Mussolini había implantado en Italia la República de Saló dominada por el inexorable e inquebrantable fascismo. Estos momentos eran los mejores para ganarse al pueblo alemán y así lo hicimos gracias al auge de nuestro partido intentamos un golpe de estado en Münich en el que desgraciadamente fracasé y estuve en prisión  durante seis largos meses. Durante este tiempo pude escribir mi gran obra Mein Kampf en la expuse tanto mis pensamientos y como mi ideología política. Hablo también  sobre la necesidad de acabar con la democracia de los comunistas y la de obtener un nuevo líder que guíe al pueblo alemán.
       Al salir de la cárcel mis ideales y yo nos habíamos hecho famosos entre la población pasaron a llamarme Führer. A partir de este momento tuvimos ciertos altibajos con respecto a la popularidad pero finalmente en 1929 se produjo una fuerte crisis y por tanto nuestro apoyo aumentó considerablemente. Esto hizo que pudiéramos propagar nuestras ideas para así poder presentarnos a las elecciones de 1933 en las que salí elegido como canciller de Alemania. Tras tomar el poder, enseguida conseguí que el presidente Hindenburg me concediera la libertad para disolver el Parlamento y convocar unas nuevas elecciones tomando ciertas medidas para evitar a los opositores y sensacionalistas. Una de las cosas que hicimos para evitar que la gente se decantara por los rojos, fue quemar el Reichstag y acusarlos de ello ganándonos así a la población. A pesar de nuestros esfuerzos no ganamos con mayoría absoluta y tuvimos que recurrir a la iglesia para que nos diera un último apoyo.
          En 1934 Hindenburg falleció y conseguí todas las funciones de gobierno, ahora era la máxima autoridad de Alemania.
En mi partido había un número determinado de personas que se oponían a mi mandato y supremacía, por tanto debía eliminarlos. Maté a más de 300 traidores de la Sesión de Asalto en la que se conoce como la noche de los cuchillos largos.
Necesitaba tanto yo, como mi pueblo, que Alemania resurgiera de sus cenizas y se volviera a convertir en una de las mayores potencias mundiales. A la vez que  reformaba su economía también creé distintos ministerios como el de Propaganda para extender la ideología por todo el país.
         Mis ansias de poder aumentaron mi odio hacia esos sucios judíos y apoyado por el Partido Comunista y los traidores de Rudolf Hess, Göring y Himmler decidí endurecer las leyes de Nuremberg en las que establecí la prohibición de la unión de un judío y un alemán de raza aria. Además de esto, obligué a los judíos a llevar algo que los diferenciase del resto de alemanes normales. Mi único fin y en el que me obcequé era el de eliminar a los judíos de mi estado, para ello ideé la llamada noche de los cristales rotos en la mandé a perseguir a todos los judíos y asesinarlos  creyendo con esto haber cumplido uno de mis objetivos. Al paso de los años decidí idear la solución final para así acabar tanto con los gitanos como con los judíos. Esta última idea consistía en crear un campo de exterminio, el Treblinka, para acabar con todos ellos.
         El partido nazi necesitaba dar una buena imagen no solo internamente sino también en el exterior, por ello decidí celebrar los onceavos juegos olímpicos  en los que compitieron muchos deportistas, en total de 49 países distintos. Cuando llegó la hora de la entrega de las medallas me negué a dársela a un negro estadounidense, me parecía inconcebible que un hombre de raza negra ganase a los demás blancos. De un modo u otro demostré que nuestro partido era el mejor para gobernar todo el mundo.
Mis ansias por la expansión de Alemania me llevaron a idear un plan para crear el III Reich. Conseguí ocupar Austria en el 38 y la incluí llamándola Anschluss.
           En el 1939 se celebró la Conferencia de Münich entre Inglaterra, Italia, Francia y Alemania en la que se trató el problema en Checoslovaquia y le concedieron a Alemania los sudetes poniendo en peligro la existencia de este país. Mis verdaderas intenciones eran las de comenzar una guerra, la guerra en la que estoy ahora acorralado por mi necedad y obcecación por no traicionar a mi país.
         Seguidamente intenté invadir Polonia y para ello me aseguré las espaldas haciendo un pacto de no agresión con Stalin evitando así un conflicto occidental.
El Emperador Hirohito comenzó a crear una poderosa fuerza naval para expandirse por el pacífico.
          También conquisté Dinamarca y Noruega lo que no agradó a Gran Bretaña que cambió su gobierno por uno más unido dirigido por Churchill y el optimista primer ministro Chamberlain que de algún modo me ayudaba diciendo a la población que debían hacer caso omiso a mis provocaciones.
         Tras haber conquistado ya varios países me dirigí hacia Francia conquistando antes los Países Bajos y Bélgica sorprendiéndolos así por la espalda. En esta batalla tenía un punto a favor y era el apoyo del General Franco de España que aunque no luchó junto a mí me proporcionaba ayuda cuando lo necesitaba. Cuando Mussolini se dio cuenta de mi inminente victoria decidió unirse a mí para así convertirse en uno de mis aliados.
      Cuando invadí Francia conquisté París llegando por el norte en el llamado Desembarco de Normandía, aunque más tarde al entrar el nuevo mariscal Petain decidí firmar una tregua con él. Tras el armistiquio Francia se dividió en dos: la zona norte controlada totalmente por mí y la zona sur o Francia de Vichy que era su capital dominada por Petain. Por esta época llegó a mis oídos que un tal De Gaulle profanaba mi nombre y el de mi ideología por una Francia libre de mi opresión.
       Ahora que controlaba prácticamente Centroeuropa sólo me preocupaba Gran Bretaña y tenía que hacer algo para quitármela del medio. Inicié por tanto la Batalla de Inglaterra. Comencé atacando por aire las zonas militares y urbanas  con mi flota aérea llamada Luftwaffe. Cuando por fin iba a invadir Gran Bretaña por mar, Estados Unidos se alió con Gran Bretaña y me vi obligado a abandonar mi objetivo de conquista. El uso de nueva tecnología me facilitó el transporte con el uso del zepelín para desplazarme rápidamente de un lugar a otro y además fabricábamos potentes misiles orbitales llamados cohete V2.
         Mi descontento era tal que decidí utilizar ahora a Mussolini y sus tropas para que atacaran las zonas británicas de África, pero fracasaron en un primer intento y tuvieron que utilizar el Afrika Corps que era una gran fuerza militar dirigida por Rommel.
          En 1940 inicié la caída de Rusia, controlé varios países y conseguí aliados pero Belgrado había prometido aliarse conmigo y no lo cumplieron así que fueron bombardeados. En mi ofensiva contra Rusia construí la Guarida del Lobo con varios búnker para controlar la zona sin que me descubrieran.
          Para conquistar la URSS comencé atacando Moscú, Ucrania y Leningrado que me costó más de lo que yo pensaba. Avancé hacia el sur pero en la Batalla de Stalingrado me tuve que rendir. Este fue el punto de inflexión en mi conquista por el mundo pues a partir de aquí caí en la decadencia de mis sucesivas derrotas. Tomé la mala decisión de enfrentarme a EE.UU bombardeando la base de Pearl Harbour, y Roosevelt me declaró la guerra tanto a mí como a mis aliados. Lo único que me podía librar de una guerra era firmar el komintern en el que los países comunistas llevarían a cabo una revolución unidos.
        El nazismo iba en decadencia pues cada vez más personas influyentes en el mundo lo criticaban como por ejemplo el escritor Thomas Mann o el papa Pío XII que me decía que parase de hablar de un ficticio Santo Grial que no nos daría la salvación.
         En el año actual se produjo la Conferencia de Yalta en la que se reunieron Stalin, Churchill y Roosevelt para aliarse contra mí, cosa que yo pensé que nunca sucedería y confiaba en que estarían en desacuerdo pero no fue así.
Para terminar esta última entrada a mi diario símbolo de mí lucha por Alemania y motivo de admiración eterna hacia mí, hacia el Führer, debo nombrar a mi reciente esposa Eva Broun a la que siempre agradeceré su apoyo y comprensión en estos momentos. También quiero dejar recuerdo aquí escrito del único ser que me fue fiel en todo momento y es mi perrita Blondi a la que he dado una vida mejor con el fin de que no sufra junto a esos malditos rusos.
Hasta siempre.
Adolf Hitler:

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