martes, 19 de marzo de 2013

Último Capítulo del Diario de Hitler.


30. IV.1945

Esta será la última vez que escriba en este diario, pues me suicidaré hoy mismo junto a mi mujer Eva Braun. Prefiero esto antes de que los comunistas nos maten, pues noto que ya están cerca de este búnker, donde estoy refugiado, todo tiembla por el bombardeo que están provocando en la ciudad de Berlín, no tardarán mucho en hacerse con Alemania entera. He puesto mucho interés en que nos incineren desde que ocurra esto, no quiero que hagan con nuestros cuerpos lo mismo que hicieron con Mussolini y su mujer después de que impusieran la Republica de Saló.
En 1923, el Partido Nacional – Socialista Alemán, en el que estaba yo incluido, intentó llegar al poder tras un golpe de estado, llamado Putsch de Munich, fracasó y, por participar en él, me metieron en la cárcel. Fui condenado a cinco años, de los cuales cumplí, sólo, nueve meses. En ella escribí un libro, llamado Main Kampf (“mi lucha”), en el que explicaba mi ideología sobre el nacionalismo.

Cuando llegué al poder de forma democrática, en las elecciones de 1933, tuve que recuperar a Alemania económicamente, pues la obligaron a pagar grandes subvenciones por reparaciones de guerra en el Tratado de Versalles. Cuando gobernaba Guillermo II, impuso una democracia, la República de Weimar, ¡una estúpida democracia!, que tuve que disolver según gané estas elecciones. Esto no supo hacerlo Hindenburg, pues fracasó y por ello llegué yo al poder y recuperé a Alemania.


Fui líder del imperio alemán, perteneciente al III Reich, y sobretodo he defendido a mi nación y a la raza aria, siempre he dicho que los Goebbels son la familia ejemplar alemana. Otras de las cosas que hice fue cambiar la bandera alemana por la del partido nazi, que era roja con una esvástica negra en el centro, e imponer como único partido legal el mío. Esto lo conseguí incendiando el Reichstag y echándole la culpa de esto a los comunistas.

Elegí a Himmler para que fuera mi mano derecha y el líder de la SS. Él fue el verdadero participe y el que estuvo detrás de la gran Noche de los Cuchillos Largos y el encargado de eliminar a la SA.

Me sentí frustrado cuando en las Olimpiadas de Berlín, que se suponía que tenía que haber ganado la raza aria, ganó ese sucio negro norteamericano que ni si quiera debería haber estado permitido que participara, al que, por supuesto, me negué a entregarle la medalla. Este no mancharía mi nombre.

Odiaba demasiado a los judíos, tanto que planeé la Noche de los Cristales Rotos, en la cual bombardearon todos los comercios judíos y acabando con ellos de la forma más completa que se pudiera. No se podía dudar de nuestra población, ni Pio XII ni Thomas Mann lo pusieron en duda.

Puse al mando a ring del ejercito que sería el más potente de la historia. Y en la guerra me uní con mi gran amigo Mussolini e Hirohito , ya que nuestros intereses eran similares. Por lo menos ellos no se echaron para atrás como Franco, que pensé que se aliaba conmigo, pero se neutralizo frente a la guerra, esto me causó una gran decepción con él, pues pensaba que como amigo y supuesto aliado me ayudaría.

Mi primera acción y con la que más orgulloso me sentí fue el Anchluss, pues era mi lugar de origen y veía como mi poder cada día crecía más y más y presentía que, como ahora Austria, se seguirían uniendo a mi los demás países. Intentando solucionar la crisis de los sudetes, se firmó un supuesto acuerdo en la Conferencia de Munich, pero ya intuían que poco me faltaba para ir en contra de Polonia. Me daban asco estas bobadas democráticas, pues era más fácil y seguro actuar sin tanto acuerdo.

Desde niño había soñado tantas veces con la conquista de París, que fue uno de mis logros más satisfactorios. Al contrario que la batalla con Inglaterra, pues fue una vergüenza total por culpa de la Luftwaffe. Como si fuera poco en esta derrota también fue un poco culpable Zeppelín no debería haber pilotado aviones ni si quiera. Encima de todo esto, el traicionero de Hess, no tuvo otra cosa que hacer sino ir a Inglaterra y entregarse como un perrito faldero de ellos a, perdonen que me ria, pero pretendía que esta les concediera la paz, que iluso...
Tuve varios fallos que no me perdono, pues me retrasé demasiado en ir en contra de Rusia, pues debería de haberlo hecho justo después de intentar invadir Polonia. Aunque nadie puede culparme por ello, ni mucho menos de la derrota de Stalingrado o el desastre que se produjo en Leningrado. Esto era deber de los soldados, y ya que no lo hicieron, era mejor que estuvieran como ahora, muertos.

Los japoneses fueron los culpables del desembarco de Normandía, pues en vez de tenerme tan condicionado a mi podrían haberse fijado un poco más en él. A demás, Estado Unidos no hubiera entrado en guerra si no hubiera sido por el absoluto fracaso de Pearl Harbour. Todavía no entiendo cómo los sucios de Da Gaulle y Churchill permiten que Roosevelt use sus territorios y sus campos para sus batallas mientras los de él estaban sin un rasguño , si se suponía que ellos eran los defensores de Europa... ¡Que rabia me dan los cretinos esos!

Como no basta con lo ocurrido hasta ahora, también se alían en mi contra con Stalin, ¡Lo que me faltaba por oír, con comunistas! En la Conferencia de Yalta, se reúnen los tres amiguitos: Roosevelt, Stalin y Churchill para repartirse Alemania y sus conquistas tras mi derrota, pero yo sé que ellos no terminarán bien, y esto ocurriría antes de que yo me muriera, bueno me suicidara.

Para poder seguir ganando territorio, puse todas mis esperanzas en el Cohete V2 y en el Santo Grial para no decepcionar a mis seguidores y poder junto a Himmler hacernos con el mundo. Tras el Bombardeo de Dresde, los americanos, los ingleses, etc. dejaron esta ciudad acabada, por los millones de explosivos y hubieron más de treinta mil muertos.
Todos esos traidores que decían servir a Alemania, morirán como ya lo hicieron Stauffemberg y Rommel, estos incompetentes que ni si quiera supieron dirigir decentemente el Afrika Korps, aunque Stauffemberg lo único que supo hacer fue atentado de la Guarida del Lobo. ¡Maldito este! Menos mal que ya tiene su merecido.

Si hay algo por lo que lamento suicidarme es por no dejar extinguida la raza de gitanos y judíos, pues la solución final empezó un poco tarde para poder estar este problema solucionado. Pues la guerra nos quitó el tiempo que deberíamos haber empleado en construir más campos de concentración, como Treblinka. ¡Qué pena! Menos mal que ni yo ni mi mujer, y mucho menos mi perrita Blondi, viviremos en un mundo infectado por estas razas asquerosas.

Mi fin está cerca.


ADIOS





Carolina Gómez González
1º Bachillerato "A"

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