30.
IV.1945
Esta
será la última vez que escriba en este diario, pues me suicidaré
hoy mismo junto a mi mujer Eva
Braun. Prefiero
esto antes de que los comunistas
nos maten, pues noto que ya están cerca de este búnker,
donde estoy refugiado, todo tiembla por el bombardeo que están
provocando en la ciudad de Berlín, no tardarán mucho en hacerse con
Alemania entera. He puesto mucho interés en que nos incineren desde
que ocurra esto, no quiero que hagan con nuestros cuerpos lo mismo
que hicieron con Mussolini
y su mujer después de que impusieran la Republica
de Saló.
En
1923, el Partido Nacional – Socialista Alemán, en el que estaba yo
incluido, intentó llegar al poder tras un golpe de estado, llamado
Putsch de Munich,
fracasó y, por participar en él, me metieron en la cárcel. Fui
condenado a cinco años, de los cuales cumplí, sólo, nueve meses.
En ella escribí un libro, llamado Main Kampf
(“mi lucha”), en el que explicaba mi ideología sobre el
nacionalismo.
Cuando
llegué al poder de forma democrática, en las elecciones
de 1933,
tuve que recuperar a Alemania económicamente, pues la obligaron a
pagar grandes subvenciones por reparaciones de guerra en el Tratado
de Versalles.
Cuando gobernaba Guillermo II, impuso una democracia, la República
de Weimar,
¡una estúpida democracia!, que tuve que disolver según gané estas
elecciones. Esto no supo hacerlo
Hindenburg,
pues fracasó y por ello llegué yo al poder y recuperé a Alemania.
Fui
líder del imperio alemán, perteneciente al III
Reich,
y sobretodo he defendido a mi nación y a la raza
aria,
siempre he dicho que los Goebbels
son
la familia ejemplar alemana. Otras de las cosas que hice fue cambiar
la bandera alemana por la del partido nazi, que era roja con una
esvástica
negra en el centro, e imponer como único partido legal el mío. Esto
lo conseguí incendiando el Reichstag
y echándole la culpa de esto a los comunistas.
Elegí a Himmler
para que fuera mi mano derecha y el líder de la SS. Él
fue el verdadero participe y el que estuvo detrás de la gran Noche
de los Cuchillos Largos y el encargado de eliminar a la SA.
Me sentí frustrado cuando en
las Olimpiadas de Berlín, que se suponía que tenía
que haber ganado la raza aria, ganó ese sucio negro norteamericano
que ni si quiera debería haber estado permitido que participara, al
que, por supuesto, me negué a entregarle la medalla. Este no
mancharía mi nombre.
Odiaba demasiado a los judíos,
tanto que planeé la Noche de los Cristales Rotos, en
la cual bombardearon todos los comercios judíos y acabando con ellos
de la forma más completa que se pudiera. No se podía dudar de
nuestra población, ni Pio XII ni Thomas Mann
lo pusieron en duda.
Puse al mando a Göring
del ejercito que sería el más
potente de la historia. Y en la guerra me uní con mi gran amigo
Mussolini e Hirohito , ya que nuestros intereses eran
similares. Por lo menos ellos no se echaron para atrás como Franco,
que pensé que se aliaba conmigo, pero se neutralizo frente a la
guerra, esto me causó una gran decepción con él, pues pensaba que
como amigo y supuesto aliado me ayudaría.
Mi primera acción y con la
que más orgulloso me sentí fue el Anchluss, pues era
mi lugar de origen y veía como mi poder cada día crecía más y más
y presentía que, como ahora Austria, se seguirían uniendo a mi los
demás países. Intentando solucionar la crisis de los sudetes,
se firmó un supuesto acuerdo en la Conferencia de Munich,
pero ya intuían que poco me faltaba para ir en contra de Polonia. Me
daban asco estas bobadas democráticas, pues era más fácil y seguro
actuar sin tanto acuerdo.
Desde niño había soñado
tantas veces con la conquista de París, que fue uno de
mis logros más satisfactorios. Al contrario que la batalla con
Inglaterra, pues fue una vergüenza total por culpa de la
Luftwaffe. Como si fuera poco en esta derrota también
fue un poco culpable Zeppelín no debería haber
pilotado aviones ni si quiera. Encima de todo esto, el traicionero de
Hess, no tuvo otra cosa que hacer sino ir a Inglaterra
y entregarse como un perrito faldero de ellos a, perdonen que me ria,
pero pretendía que esta les concediera la paz, que iluso...
Tuve varios fallos que no me
perdono, pues me retrasé demasiado en ir en contra de Rusia, pues
debería de haberlo hecho justo después de intentar invadir Polonia.
Aunque nadie puede culparme por ello, ni mucho menos de la derrota de
Stalingrado o el desastre que se produjo en
Leningrado. Esto era deber de los soldados, y ya que no lo
hicieron, era mejor que estuvieran como ahora, muertos.
Los japoneses fueron los
culpables del desembarco de Normandía, pues en vez de
tenerme tan condicionado a mi podrían haberse fijado un poco más en
él. A demás, Estado Unidos no hubiera entrado en guerra si no
hubiera sido por el absoluto fracaso de Pearl Harbour.
Todavía no entiendo cómo los sucios de Da Gaulle y
Churchill permiten que Roosevelt use sus territorios y
sus campos para sus batallas mientras los de él estaban sin un
rasguño , si se suponía que ellos eran los defensores de Europa...
¡Que rabia me dan los cretinos esos!
Como no basta con lo ocurrido
hasta ahora, también se alían en mi contra con Stalin,
¡Lo que me faltaba por oír, con comunistas! En la Conferencia
de Yalta, se reúnen los tres amiguitos: Roosevelt, Stalin y
Churchill para repartirse Alemania y sus conquistas tras mi derrota,
pero yo sé que ellos no terminarán bien, y esto ocurriría antes de
que yo me muriera, bueno me suicidara.
Para poder seguir ganando
territorio, puse todas mis esperanzas en el Cohete V2 y
en el Santo Grial para no decepcionar a mis seguidores
y poder junto a Himmler hacernos con el mundo. Tras el Bombardeo
de Dresde, los americanos, los ingleses, etc. dejaron esta
ciudad acabada, por los millones de explosivos y hubieron más de
treinta mil muertos.
Todos esos traidores que
decían servir a Alemania, morirán como ya lo hicieron Stauffemberg
y Rommel, estos incompetentes que ni si quiera supieron
dirigir decentemente el Afrika Korps, aunque
Stauffemberg lo único que supo hacer fue atentado de la
Guarida del Lobo. ¡Maldito este! Menos mal que ya tiene su
merecido.
Si hay algo por lo que lamento
suicidarme es por no dejar extinguida la raza de gitanos
y judíos, pues la solución final empezó un poco
tarde para poder estar este problema solucionado. Pues la guerra nos
quitó el tiempo que deberíamos haber empleado en construir más
campos de concentración, como Treblinka. ¡Qué pena!
Menos mal que ni yo ni mi mujer, y mucho menos mi perrita Blondi,
viviremos en un mundo infectado por estas razas asquerosas.
Mi fin está cerca.
ADIOS
Carolina Gómez González
1º Bachillerato "A"
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