Un grupo de trabajadores de la
industria, había dejado el miedo a las represalias y a la policía a un lado,
para poder enfrentarse a los empresarios, haciendo una huelga prohibida. Los
manifestantes se encontraban en la entrada de una fábrica. Destacaba el debate
que se había montado entre Rold y Cashel, con ideologías socialistas y
anarquistas respectivamente.
ROLD: ¡No hay derecho a
estas condiciones!
CASHEL: El capitalismo nos
está llevando a la miseria, solo enriquece cada vez más a los que ya son ricos
y tienen la suerte de ser los propietarios de los medios de producción. ¡Las
máquinas son las culpables! Tenemos que destruirlas, nos quitan el trabajo.
ROLD: Cashel, no debemos
volver al ludismo y el cartismo que marcaron la primera etapa del movimiento
obrero. Tenemos que aprender de ello, organizar algo mucho más grande, donde
todos los trabajadores de todo el país puedan participar.
CASHEL: Sí, una Huelga
General revolucionaria, pero tiene que ser algo espontáneo. Usando la violencia
si hace falta en esta lucha de clases.
ROLD: La violencia solo
empeorará las cosas… La violencia no está bien, ni para esto, ni para el
colonialismo.
CASHEL: Por
supuesto que no está bien cuando países poderosos quieren dominar a otros menos desarrollados con la violencia y la
explotación. Pero esto no es lo mismo.
ROLD: Poco a poco,
Cashel, poco a poco.
CASHEL: ¿Poco a poco? ¿A
que esperamos? ¿A que nos metan en la cárcel y nos quiten definitivamente la
libertad? Hay que suprimir el Estado y llegar a la igualdad social cuanto
antes.
ROLD: Estoy de acuerdo
contigo, pero antes debemos tomar el poder, organizarnos y conseguir con el
tiempo una sociedad comunista.
CASHEL: No es ese nuestro
camino. No somos quien para liderad una dictadura. Hay que dejar de votar en
masa. No necesitamos partidos políticos.
ROLD: Yo creo que un
partido político si es importante. Es la representación de las ideologías de
los ciudadanos.
De pronto los manifestantes comienzan a protestar más alto al percatarse
de que un automóvil se acercaba a la fábrica para entrar en ella. Era el dueño.
EMPRESARIO:
¡Poneros a trabajar de una vez!
ROLD: ¡Estamos hartos de
ser sus esclavos! Queremos trabajar con un horario y un salario digno.
CASHEL: Ustedes deciden, o
la libertad o la guerra.
EMPRESARIO: No
vais a conseguir nada.
ROLD: Está claro que la
guerra no es el camino, pero pacíficamente también podemos presionar.
EMPRESARIO: No digáis
bobadas. Dios os creo para trabajar.
En ese momento, Cashel y Rold se enfurecieron aún más. Ellos eran ateos
y estaban en contra de la religión.
CASHEL: ¿Dios? ¿Y quién es
ese acaso?
ROLD: La religión está
creada para controlarnos. No hay más que ver el matrimonio por la Iglesia. Yo
por eso me casé por lo civil.
CASHEL: Pero, ¿matrimonio
para qué? ¡Viva el amor libre! En fin, créeme que todo será mejor cuando
estemos organizados por comunas, ese será el fin del capitalismo. Di adiós a la
propiedad privada de los bienes de consumo, e incluso di adiós al dinero.
EMPRESARIO:
Parecéis muy seguros…Pero no os engañéis, la sociedad está perdida sin
capitalismo.
ROLD: Os confiasteis
cuando la I Internacional Obrera no tuvo el éxito que se esperaba y se
disolvió. Y por culpa de la gran persecución del gobierno, la II Internacional
también desapareció. Pero sigo creyendo que lo vamos a lograr algún día. Algún
día, todos seremos iguales.
CASHEL: Todos,
absolutamente todos.
El empresario, intentando ridiculizarles, seguía sin cambiar de punto de
vista. Pero a Rold y a Cashel, eso no era lo que más les preocupaba
precisamente…
EMPRESARIO: Imaginas
una sociedad que no existirá…
ROLD: Al contrario que
el socialismo utópico, yo considero que la
construcción del paradigma igualitario del socialismo, se encuentra en la
lectura de la propia realidad, en las claves científicas que muestran las
relaciones sociales. Que no es cosa de imaginar sino de estudiar.
Rold y Cashel seguían dejando sin argumentos
al empresario, así que este les cambiaba de tema continuamente.
EMPRESARIO: ¡Será mejor que os
pongáis a trabajar de una vez! Me da igual lo que pidáis. ¿Os creéis que podéis
hacer lo que queríais?
ROLD: Solo puedo decir que hay que arriesgar si queremos conseguir mejores
condiciones.
Mientras
discutían, la policía llegó y empezó a disolver a los manifestantes. Cashel y
Rold como muchos otros, fueron golpeados por sus porras. El empresario al fin
pudo entrar en su fábrica, aunque de nada le sirvió, pues todos los
trabajadores estaban en la huelga.
FIN
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