Daniel Domingo Dorta Hernández
La Secretaria de Hitler
29 de abril de 1945
Berlín, Alemania
El día que nunca pensé
que me fuese a ocurrir se está dando hoy, he sido derrotado. Las condiciones
que se están dando hoy nunca jamás se me habrían ocurrido que se darían. Pero
no me pienso rendir, todavía hay esperanza en el resurgir de Alemania frente a
los enemigos. También reconozco que me encuentro bastante enfermo y deteriorado
por el hecho de haber dirigido una gran nación como es Alemania durante estos
últimos 12 años para sacarla de la mayor humillación en la que se había
encontrado jamás y llevarla al extraordinario estado de lucidez que ha visto. Mi
vida ha estado llena de situaciones bastante diferentes y, por desgracia, no
las he podido recoger todas en este diario. He decidido comenzar por la I
Guerra Mundial ya que fue ahí cuando pude ayudar de verdad a la nación aunque
tristemente no fuese suficiente.
Aún recuerdo la felicidad que sentí cuando me aceptaron
en el ejército de Alemania y pude luchar
arriesgando mi propia vida para que la nación no se viese humillada. El
azar hizo que me inhabilitaran para el combate pocos días antes de acabar la
guerra. Cuando me enteré de que Alemania, llevada por el cauce que habían
marcado los “rojos” del partido social-demócrata. Esos comunistas se
habían aliado con los judíos y apuñalado por la espalda a Alemania obligándola
a firmar el Tratado de Versalles. Nuestra nación perdió los territorios
colonizados y fue obligada a pagar fuertes reparaciones de guerra.
Inmediatamente después de la guerra me di cuenta que mi
vida iba a estar relacionada con la política pero no disponía de recursos así
que decidí seguir en el ejército algún tiempo más. Estuve destinado en Múnich
durante la época soviética del distrito y que tras la caída de este me mandaron
a investigar los grupos, las personas y las ideas que podían llevar a Alemania
por mal camino con ideas democráticas, socialistas y pacifistas. Allí me di
cuenta que los verdaderos culpables de todo eran los liberales y los demócratas
sin olvidar judíos y marxistas.
Fue entonces cuando me mandaron a investigar el Partido
Obrero Alemán, al que me afiliaría tras darme cuenta de lo correcto de su
ideología y fue ahí cuando empezó mi carrera política, alrededor de 1920. Me di
cuenta de la importancia de la publicidad y la imagen que tenían los demás de
ti, así pues comencé a publicitarme y elegí la esvástica como símbolo
del partido y di mi primer discurso frente a 6.000 personas. Seguí con más
elementos estéticos tomados de Italia donde Benito Mussolini gobernaba
de forma ejemplar y cambié el nombre del
partido por el de “Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán”. Para mantener el
orden en las grandes concentraciones me vi obligado a crear una pequeña
milicia, las S.A. que ayudarían a mantener el orden en los mítines y luego a
perseguir a los traidores a Alemania. Poco después fui con algunos compatriotas
de las SA y tuvimos un pequeño lío con
grupos federalistas que me ayudó a darme cuenta de la fuerza de la violencia.
Este es el punto en el que se empiezan a dibujar varios aspectos de mi política
al frente de Alemania, como es por ejemplo el caso de cuando intentaron
quitarme el poder el partido un grupo de traidores que luego fueron expulsados,
seguidamente me empecé a relacionar con círculos sociales más altos gracias a
mis compañeros Rudolf Hess, Hermann Göring, Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg.
En 1923, Alemania se había retrasado en su particular
humillación que eran las reparaciones de guerra y el gobierno francés ocupó la
zona del “Ruhr” y aunque se intentó una resistencia pacifista, como es normal,
no tuvo éxito así que el gobierno tuvo
que volver a pagar las reparaciones de guerra. El ambiente estaba caldeado y
era mi momento para efectuar mi particular “Marcha sobre Roma” e intenté
utilizar ciertos afiliados al partido nazi para hacerme con el poder desde
Baviera. Asaltamos, yo y mis compañeros del partido, una cervecería en Múnich
pero no salió como estaba planeado y hubo un gran tiroteo con varias muertes.
Fui condenado a 5 años aunque solo cumplí 9 meses y con un trato de favor por
parte de los funcionarios compatriotas. Este fue el famoso “Pustch de Múnich”.
Durante el tiempo que estuve en prisión tuve tiempo de
reorganizar mis ideas y mis experiencias para seguir escribiendo mi obra “Mein Kampf”. La ideología que expongo
en el libro se basa en que nosotros los
alemanes, la raza aria debe expandirse primero por la zona francesa y el resto
del oeste de Europa, y luego por todo el mundo, en especial hacia el este que
está dominado por los bolcheviques, para eliminar los pueblos inferiores que no
podrán enfrentarse a los futuros problemas de la humanidad que solo nuestra
raza superior podrá solventar. Creo firmemente que la actual situación de
nuestra nación es que los alemanes no han sabido mantener la pureza racial y se
han mezclado con los judíos. En cuanto al III Reich, no creo que intervenga
demasiado en la economía ya que sería un
organismo racial, aunque si sería una dictadura, y la naturaleza de esta
sería la que mejor se ajuste a la situación a gobernar.
Al salir de la cárcel me encontré una situación desastrosa:
el partido nazi había sido ilegalizado e
iban ganando los socialdemócratas. Tras reorganizar
el partido, pude hablar con los altos mandos del gobierno y logré legalizarlo
de nuevo con la promesa de seguir la vía constitucional para alcanzar el poder.
Poco tiempo después renuncié a mi nacionalidad y me dediqué a organizar el
partido nazi. Fue esta época por la que creé los sub-grupos del partido como
por ejemplo las juventudes hitlerianas,
la SS, la división de élite de la SA y el grupo que gobernaría el III
Reich en el futuro. También logré centralizar más el partido nazi, eliminando
una parte más marxista del norte de Alemania, fue entonces cuando conocí a Goebbels
y establecí que el poder de elegir los
cargos sería desde arriba hacia abajo y nunca de forma democrática.
Ya en 1929 llegó la Gran Depresión aunque yo ya la había
previsto desde hacía tiempo. La salud de la democracia de Alemania era cada vez
peor y en unas elecciones convocadas por el canciller, el partido nazi llegó a
ser la 2º fuerza política de Alemania. Con esta importante notoriedad pude
empezar a moverme en las altas esferas del gobierno llegando a entrevistarme
con el mismo presidente Hinderburg. El presidente no pasaba por su mejor momento y
pensaba en dejar el poder y convocar elecciones a la presidencia y, aunque me
presenté con una firma campaña, no logré ganar. Este fue un momento
especialmente duro ya que, aun siendo la primera fuerza política tras otras
elecciones, no se me concedía la cancillería e incluso el que fue mi compañero,
Strasser, amenazó con destruir el partido. En enero de 1933 y tras haber
acordado con otros políticos, Hindenburg me nombró Canciller.
Aunque
ya fuese Canciller estaba todo en mi contra pues los demás partidos políticos
estaban en contra de mis políticas y además, entre las filas de la SA había
muchas personas descontentas con el gabinete de mi gobierno y para aprobar las
leyes, al no tener la mayoría de los votos, debía de consultarle a Hindenburg.
Poco tiempo después iban a celebrarse las elecciones para el parlamento y yo ya
estaba preparando el camino para el futuro de la nueva Alemania. Puse en marcha
un plan para conseguir mayor fuerza en los demás Estados y en la mayoría de
ocasiones se impuso una especie de gobierno paralelo formado por los “camisas
pardas”. También este grupo me ayudó a
controlar a los grupos opositores ayudando a disolver concentraciones de estos
partidos y manteniendo el orden, esto último de forma conjunta con la
policía. El 27 de febrero de 1933 me vi
obligado a mandar a incendiar el Reichstag y culpé a los comunistas, era
esta la única forma de poder llevar a Alemania por el buen camino. El incendio
me ayudó más de lo que pensaba que me fuera a ayudar pues así tenía una excusa
para ejercer mayor control sobre la política alemana y poder llevar a cabo la
necesaria dictadura y acabar con esa etapa humillante que era la República
de Wiemar.
Gracias
a esta supresión de ciertas libertades pudimos arrestar a aquellos individuos
que podrían ser peligrosos para el III Reich. En las elecciones de 1933 el
partido nazi consiguió el 44% de los escaños y se alió con otro grupo nacionalista
para tener la mitad de los escaños, pero igualmente para poder llevar a cabo mi
revolución tenía que tener al menos dos tercios de los escaños, pero se arrestó
a los diputados comunistas. Todas estas acciones habían alarmado al pueblo
alemán así que Goebbels organizó un acto para demostrarle al pueblo que,
aparentemente, seguía siendo subordinado de Hindenburg. Pero no fue así. El 23 de marzo de 1933 se aprobó la
ley habilitante en la que conseguía mayor poder aunque prometí no utilizarlos
excepto en ocasiones extremas y además también prometí la paz con occidente y
con la URSS.
Poco
tiempo después empecé el proceso de unificar Alemania bajo un único Estado, y
como disponía de los poderes legislativos, pude disolver la organización
federal de Alemania y colocar otros gobernantes al mando para que siguieran las
directivas del partido nazi. Mi siguiente paso fue eliminar esa lacra
comunistas que eran los sindicatos, prometí a los trabajadores honor y trabajo
para ellos pero si se unían al sindicato oficial e inmediatamente se
disolvieron el resto de sindicatos y sus líderes encarcelados. Siguiendo a los sindicatos
también se disolvieron los partidos políticos sin importar su ideología, eran
enemigos. Algunos voluntariamente y otros de forma forzosa pero era necesario
para mantener la estabilidad en Alemania y,
por último, pasé a hacerlo oficial con la “ley del partido único”. Lo
siguiente eran los judíos, todo empezó por confiscarles las propiedades a los
más ricos, luego un control sobre los establecimientos y por último la
prohibición de los contratos a judíos en la administración pública y limitación
de su presencia en universidades. Ya para terminar la coordinación de toda
Alemania me declaré Führer a la muerte de Hindeburg y puse en marcha el plan
conocido como la Noche de los cuchillos largos en la que eliminé a
adversarios del partido y se empezaron a llevar a campos de concentración
aquellos grupos que no tenían pureza racial o eran una lacra para el Reich
tales como los comunistas, los judíos, testigos de Jehová, gitanos, enfermos
mentales y homosexuales. Se puede decir que, oficialmente, ya existía el II
Reich tal y como yo lo había planteado. Alemania se modernizó como nunca antes había visto, se empezaron a construir
infraestructuras como las modernas autopistas, nuevas presas y demás obras
civiles(diseñadas en su mayoría por Albert Speer) que, junto con la reducción
del trabajo de la mujer y el programa de reame llevaron el nivel de paro de Alemania a
niveles mínimos. Todo este avance era perfecto pues en 1936 Berlín fue sede de
las Olimpiadas y se usó este acontecimiento como forma de hacer evidente
la superioridad de la sociedad y la raza germánica, todo muy bien diseñado por
el Ministro de Propaganda Goebbels. También fue este el año en el que se
desarrolló el Zepelín Hindenburg que tendría un grave accidente un año después.
En
el apartado militar es importante recordar que en 1935 logré debilitar la
sociedad de naciones firmando un acuerdo naval con Inglaterra para poder tener
mayores flotas como parte del programa de rearme presentado un año antes que
incluía también al creación de una fuerza aérea, la Luffwaffe, la investigación
en un nuevo tipo de cohete que sea capaz de volar a más de 100 km de altura,
fuera de la atmósfera y con el que sea capaz de atacar Estados Unidos
directamente desde Alemania y también se está investigando en las armas
nucleares También en este año se aprobaron “Las leyes de Núremberg” en las que se hicieron realidad mis deseos y los
de mis compañeros del partido, de discriminación del pueblo judío, fueron el
principio de esa discriminación que culminaría con el plan de la “Solución
final” desarrollado en 1941, en el
que se empezó a exterminar a las razas inferiores de forma masiva para mantener
la pureza racial, este exterminio sistemático se llevó a cabo gracias a campos
de exterminio como el de Auschwitz o como el de Treblinka en el norte de
Polonia, en conjunto unos 6 millones de seres impuros han muerto desde mi
llegada al poder y todo gracias al que pensaba que era mi mejor soldado,
Heinrich Himmler que hace pocos días me he enterado que me ha
traicionado.
En
marzo de 1936 se introdujeron tropas en la zona de Renania pero como ni el
gobierno de Gran Bretaña ni el de Francia opusieron resistencia, las tropas
nazis siguieron con su expansión por la zona francesa. También en ese año dio comienzo la guerra
civil española y Francisco Franco me pidió ayuda y aproveché para poner
a prueba la fuerza de los bombarderos alemanes que luego podría utilizar en
otras batallas. Aprovechando el favor que le hice a Franco he podido buscar en
España varios tipos de minerales necesarios para futuras investigaciones
armamentísticas y para investigar si es verdad que en España se escondía el Santo
Grial que al parecer sería capaz de darnos el poder que quisiésemos.
En
ese mismo año pacté la formación de “El
Eje” con el gobierno de Mussolini y con Japón, mediante el pacto Anti-Komitern
en el que se comprometían a controlar la actividad de la Internacional
Socialista controlada por la URSS, para Fortalecer esta relación me reuní en
Núremberg con el hermano del emperador Hirohito. A este pacto se
añadieron luego a Hungría, Rumanía y Bulgaria.
En
1938 se dio la Noche de los Cristales
Rotos en la que ocurrieron una series de ataques combinados por parte de
las tropas de la SA junto con la población civil hacia la población judía
residente en Alemania y Austria, para mí, esta fue la mayor expresión del deseo
de la población germánica de purificación de la sangre. En marzo del mismo año,
me decidí a presionar a Austria para anexionar el territorio en lo que se
conoce como el Anschluss. Esto condujo al Acuerdo de Múnich (o Conferencia
de Múnich) en septiembre del mismo año en el que el primer ministro británico, Chamberlain, se
esforzó en mantener la paz con Alemania pero cuando se le dieron forma a mis
exigencias militares, estos dos países abandonaron a Checoeslovaquia y procedí
a anexionar el territorio de los Sudetes y seguidamente a proclamar un
protectorado alemán en Moravia. Mis aspiraciones de expansionismo alemán no
habían quedado ahí y pacté con Stalin el reparto de Polonia, en
septiembre del año 1939 Alemania invadió Polonia e inmediatamente Gran Bretaña
y Francia le declararon la guerra al país. Poco tiempo después la URSS invadió
Polonia por la parte oriental.
Durante
pocos meses el aumento del tamaño de los territorios de Alemania fue
espectacular. Para junio de 1940, Alemania ya había conseguido Dinamarca,
Noruega, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica y la mayoría de Francia, al menos la
capital , París ya que la parte
restante, denominada la Francia de Vichy, estaba gobernada por un general
colaboracionista del Reich, el general Philippe Petain¸ aunque no toda la
población colaboraba con nosotros pues habían varios franceses que se habían
refugiado en Gran Bretaña y que era parte de la oposición a la Alemania nazi,
liderados por el general De Gaulle. También se dio inicio a la Campaña
en África del Norte en el que la fuerza militar de la AfrikaKorps,
liderada por Erwin Rommel combatirá por conquistar África apoyando a la
fuerzas italianas. Toda esta serie de batallas me valieron para conseguir la
confianza y la unión con Mussolini.
En
Gran Bretaña, ahora gobernada por Winston Churchill tuvo lugar la batalla
de Inglaterra en la que la Luffwaffe, liderada por Görging, pierde la
batalla contra las fuerzas de Gran Bretaña. En 1941, mandé a atacar a la Unión
Soviética violando así el tratado de no agresión que había firmado con Stalin.
Al principio se consiguieron varias posiciones y se controló prácticamente la
ciudad de Leningrado pues se cerraron todas las comunicaciones obligando
a la ciudad a pasar por una hambruna pero nunca se rindieron y aunque estuvimos
a las puertas de Moscú no pasamos nunca de ahí.
El
7 de diciembre de 1941 las tropas japonesas bombardearon Pearl Harbour y
el día 11 firmé la declaración oficial de guerra contra los EEUU. En 1943 las
tropas soviéticas empezaron a remontar los territorios que habíamos ganado a
partir de la batalla de Stalingrado. Estas batallas además de la llegada
anticipada del peor invierno en 50 años y la carencia de preparación para el
frío de la que si disponían las tropas rusas nos hicieron ir perdiendo
territorio paulatinamente. En ese mismo año mi aliado italiano, Mussolini fue
depuesto y encarcelado aunque con mi ayuda pudo escapar y ser presidente de la República
Social Italiana al norte de Italia.
En 1944 perpetraron un atentado fallido en mi cuartel general, La guarida
del Lobo, que tiene como responsable a Claus von Staufffenberg, el
cual, junto a otras 5.000 personas, fue asesinado de forma salvaje como
represalia por ese acto de resistencia y el ataque hacia el mismo Führer.
También en este año se produjo el
desembarco de Normandía en el que miles de estadounidenses murieron
intentando atacar el territorio que pertenecía a Francia, el ejército nazi
resistió como pudo pero el equipamiento era insuficiente como para
contrarrestar tal ofensiva.
Ya
en este año he sabido que Stalin, Churchill y Roosevelt han organizado una
conferencia en la isla de Yalta para repartirse los territorios del
Reich y para lograr una paz, yo creía que Churchill y Roosevelt traicionarían a
Stalin antes de llegar a este punto de asedio hacia Berlín pero no ha sido así.
Se
puede decir que en este último año he estado manteniendo como he podido la
dignidad de la nación alemana, aunque ya reconozco que es imposible el resurgimiento
de III Reich ya que las tropas soviéticas junto con los Estados Unidos,
gobernados por Roosevelt, y Gran Bretaña
han ido quitándome progresivamente todos los territorios que he ido ganando.
Las tropas enemigas se encuentran a pocos kilómetros de mi posición en el búnker
subterráneo. Encima de mí ya solo queda una ciudad que hasta hace poco años era
la envidia del resto del mundo y el mejor ejemplo de la evidente superioridad
de la raza germánica, esa que ahora huye por las calles de una ciudad en ruinas
completamente debido al bombardeo, que ha sufrido al igual que el bombardeo
de Dresde en el que murieron decenas
de miles de alemanes, y que es símbolo del fracaso y que está siendo asediada y
ocupada por las tropas de Stalin. Antes de que los soldados enemigos lleguen a
este búnker he decidido contraer matrimonio con mi amante Eva Braun que
me ha acompañado durante estos decisivos años de mi vida y de la historia de Alemania. Les he dado píldoras de cianuro
a mis allegados para que en caso de que sean arrestados puedan morir de forma
digna, aunque he oído que hay una organización dedicada a proteger a los altos
cargos de la SS llamada ODESSA, y en mi caso y el de Eva he dado la
orden de que si llega el momento en el
que muramos, se nos incinere para que no nos cuelguen como a un jamón como le
pasó a Mussolini. En el caso de mi perra, Blondi también ha muerto .Para finalizar,
quiero aclarar que nunca jamás me he arrepentido de nada en cuanto a la
política llevada en el III Reich, condeno toda forma de capitulación que se
lleve a cabo por el ejército nazi y ya
no quiero vivir en un mundo sin nacional-socialismo como declaró una amiga en
este mismo búnker.
Adolf
Hitler
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